martes, 26 de febrero de 2013

Lectura:(2do sem CACH)


Completar el esquema visto en clase, con relación al texto que se presenta a continuación:


Sin conquista no hay taco, ni tequila sin virreinato





A principios del siglo XX, un racista mexicano muy famoso, José Vasconcelos, se aventó la puntada de decir que somos la raza cósmica, una especie de raza suprema, no derivado de la pureza racial, como argumentaba Hitler, sino precisamente por todo lo contrario, por la inmensa mezcla. Pero este racista, que por cierto fue, en efecto, seguidor del nazismo hitleriano, sólo cambiaba una raza suprema por otra; a él no le decimos racista porque dijo que la raza suprema en cuestión éramos nosotros.

Es absurdo pretender hablar de una raza mexicana, aunque hay necios que lo intentan y hasta dicen que tenemos un genoma especial. A sabiendas de lo mestizo del mexicano, hay quienes buscan orígenes más indígenas o su ascendencia criolla, también existe la idea, muy metida en lo profundo de la mente del pueblo, de que algo, entre más indígena, es más mexicano. La realidad es que entre más indígena simplemente se es más indígena y entre más hispano sólo se es más hispano. Si se quiere buscar algo que se pueda catalogar como “lo más mexicano”, más bien hay que pensar en lo más mezclado. Entre más mestizo, más mexicano.
México es un país con un pueblo multicolor, y hay que entender que el verdadero mestizaje de nuestro país es cultural. Si pudiéramos hacer un genoma cultural, el resultado no sería distinto el del genoma biológico, ya que probablemente no hay una sola tradición en nuestro México que no sea mestiza, que no sea proveniente del virreinato; ese periodo en que lo amerindio y lo hispano se fundieron en lo que somos.
Muchos lo dudan, pero pensemos por ejemplo en algo tan mexicano como el tequila; lo obtenemos de una planta tan mesoamericana como el agave, pero a través de un proceso tan europeo como la destilación; nuestro tan mexicano mariachi canta en el idioma del llamado conquistador y con instrumentos llegados de Europa. Festejamos el día de muertos, lleno de elementos prehispánicos como el cempasúchil, pero en el día católico, y por tanto europeo, de Todos los Santos, además de que en esa fiesta comemos pan, que no existiría aquí sin el español; y en el altar hay papel picado que viene de China, país que no comerció con los purépechas o los aztecas, sino con los españoles, a través del Galeón de Manila o Nao de China, que atracaba en Acapulco.
Las fiestas populares, tan folclóricas y gustadas en México, son en honor de santos patronos, y esos, al ser católicos son herencia hispana, aunque se asimilaron con los dioses de Mesoamérica; y cuando en las fiestas bebemos chocolate, tan tradicional, sacado del cacao tan americano, y llamado Xocolatl por los nahuas, lo mezclamos con leche, proveniente de vacas que no llegaron solas del viejo mundo, sino con los llamados conquistadores, consumimos pues, una bebida mestiza.
¿Y el Mole? Hay quien asegura que es tan ciento por ciento indígena, que incluso antes de la conquista existía la palabra nahua molli, para referirse a las salsas. No obstante, el buen mole, ese que hoy comemos, fue tomando forma en los conventos poblanos, y los conventos son evidentemente hispanos. El chile en nogada es muy mexicano, sin embargo resulta que sólo se come en temporada, y eso es porque se adorna con granada, que viene del viejo mundo…, y para rematar, ese mexicanísimo platillo, relleno de elementos europeos, fue también una creación conventual, y se cocinó por vez primera en honor Agustín de Iturbide.
Pero hablemos de la comida más mexicana de todas, que es también el mayor símbolo del mestizaje gastronómico, insignia de nuestro genoma culinario, es el indiscutiblemente mexicanísimo taco, alimento que no consumían los aztecas, no como se consume hoy. Tras el triunfo de Cortés sobre Cuauhtémoc, los españoles cocinaron unos cerdos para festejar, y a falta de pan, decidieron probar lo que llamaban “el pan de los naturales”, refiriéndose desde luego a la tortilla, y así, las carnitas traídas por los hispanos cayeron dentro de la tortilla tan indígena, y el llamado conquistador se comió el primer taco, así lo relata el cronista Bernal Díaz del Castillo. Así de mestizos somos todos, y desde luego, por eso se dice que, a falta de pan, tortillas.
Así es como a lo largo de trescientos años se mezclaron costumbres, alimentos, bebidas y personas. Se produjo poco a poco nuestra forma de ser y de pensar, nuestro carácter, nuestra comida y bebida, nuestro baile y nuestra música, nuestro vestido y nuestro idioma. Trescientos años duró la gestación de México; esa gestación se llama virreinato, y en ese periodo surgió una clase económica, étnica y social que generó la independencia: el criollo. Cuando maduró esa clase social, fruto del virreinato, fue cuando México nació.
En el siglo XIX, eso fue la independencia, los hispanos de aquí liberándose de los hispanos de allá. Esa es nuestra independencia y el nacimiento de México, surgido, no del señorío azteca y sus dominios, sino de la Nueva España. El día que lo entendamos, y mejor aún, lo enseñemos, podremos superar muchos complejos; el día que al comer un taco y empinar un tequila veamos cómo ingerimos a Mesoamérica y a España, nos comprenderemos mejor,  y desde luego, seremos más libres.

El autor está licenciado en Comunicación, es maestro en materialismo histórico; maestro y doctor en Humanidades, especialista en religiones, geopolítica, historia y filosofía.

miércoles, 13 de febrero de 2013

6to sem CACH)

Identificar los elementos del cuadro visto en clase, en el texto "Mi Semana Santa, del psicólogo mexicano Hugo Harrell publicado en abril de 2006


Hoy tuve de nueva cuenta la oportunidad de ver, con motivo de la famosa Semana santa, la producción de quien en alguna ocasión fue mi jefe en Mad Max pero ahora en su versión de su película “La Pasión de Cristo” y no deja de sorprenderme cada vez más. Ya en alguna ocasión hice el comentario acerca de lo que sucedía aquí en Tijuana acerca de las películas, ya que independientemente de la “libertad” de culto que supuestamente tenemos en México según nuestra sagrada Constitución, la verdad es que existen contradicciones importantes en la conducta general de la población tijuanense.

Por un lado hace tiempo, cuando se estrenó la película de “El Crimen del Padre Amaro” tomaron tantas acciones para no permitir que se exhibiera con libertad en las salas de cine locales que incluso a su servidor que hoy tengo más de 40 años, en aquel tiempo insistieron que les mostrara una identificación oficial para poder ingresar a la sala, y no creo que haya sido por mi aspecto juvenil. En Cinépolis colocaron a 4 empleados en la entrada de cada sala para verificar que los que adquirieron sus boletos en las taquillas fueran efectivamente los que ingresaban a las salas, e incluso ahí, muchas veces volvieron a solicitar la credencial del IFE para asegurarse de la edad de las personas, creo que fueron mucho más estrictos en Cinépolis que las mismísimas autoridades en el aeropuerto de Los Ángeles después de los atentados del 11 de septiembre.

Pero lo curioso y paradójico es que finalmente la película no mostraba nada que pudiera provocar daños cerebrales a los que ya venían en una condición similar previa. Y no lo digo por nada en especial, pero me tocó ese día que asistí una comitiva bastante numerosa de representantes del clero local en sus coloridos atuendos, quienes casi al punto del vomito se retiraron antes de finalizar la sacrílega función, me imagino que para que sus votos de “castidad” no se vieran fuertemente maltratados por aquella exhibición de “pornografía cinematográfica” según sus débiles mentes.

Lo curioso es que cuando le toca el turno a la Pasión de Cristo, no sólo no revisaron la clasificación, sino que además asistieron bebés a la función y muchos niños, casi como el estreno del hombre araña, y es ahí donde me perdí, y perdón que me vea tan confundido pero quiere decir que ¿la sexualidad es más escandalosa y violenta que la cantidad de colorante artificial que derramo el actor en la cinta de la pasión de cristo?

No estamos aquí para discutir la “existencia” o falsedad de Dios, ese tema, incluso para mis amigos de la FIDA que tanto me animan, debe ser ya totalmente infructuoso, ya que parafraseando a los creyentes, les puedo decir que: “no se deben dar perlas a los cerdos” así que el conocimiento, la libertad y la realidad son perlas; y discutir este asunto que ha costado tantas vidas a lo largo de la historia, no se va a solucionar en un Blog personal, ni es la intención tampoco, así que no se pongan frenéticos queridos amigos creyentes, no pasa nada, ahí esta su creencia intacta, ya nos veremos el día del juicio final cuando todas las plagas de la Apocalipsis y los miles de relámpagos caigan sobre mi por blasfemo. :)

También hablé ya de lo que sucedió con la película de Apocalypto, donde mi compadre Gibson perdió con mis compatriotas la credibilidad ganada con la Pasión de Cristo y ahora se hunde en la incredulidad e indignación de una nación guadalupana que se vio “ofendida” por verse ante la opinión publica mundial “devaluada” por la manera en que Gibson muestra a los Mayas, que dicho sea de paso, la gran mayoría de los mexicanos no tienen la menor idea de su cultura y lo vemos en la cantidad de basura y daños que se pueden observar en las distintas y muy variadas zonas arqueológicas de aquella región del sureste mexicano. Y eso es solamente de los que han viajado para aquellas tierras, ya que la gran mayoría no sale de sus lugares de origen. Y no critico eso, ya que nuestra economía no es para menos, pero ¿cómo sentirse indignado por un lado por nuestros mayas y por otro ocupamos el lugar que ocupamos en analfabetismo mundial?

Ahora bien, en esta película, Apocalypto, hubo mucha indignación porque no se mostraron las cosas como son, se exageró en la sangre y se mal interpretó la historia, manipulándola para mostrar una imagen falsa de los hechos. A ver si entendí… ¿qué no fue exactamente lo mismo que hizo Gibson con la pasión de Cristo? Es decir: “no se mostraron las cosas como son, se exageró en la sangre y se mal interpretó la historia, manipulándola para mostrar una imagen falsa de los hechos”. Pero aquí nadie reclamó nada, nadie calculó el daño emocional de los niños que vieron aquellas escenas sangrientas y que nadie les explico que eran producto de la ficción. Por el contrario, los papás notoriamente tocados emocionalmente por las escenas que mostraban, de forma visual, lo que les meten en la cabeza en sus respectivas iglesias les decían a sus hijos,
“vistes mijito, así sufrió el señor por ti”.
Todos sabemos que la fe se nutre de la ignorancia, el miedo y la culpa, pero esto es ridículo!!! Si los adultos quieren por voluntad propia, seguir sufriendo penas ajenas y culpar su vida de pecado por las frustraciones de lo que no se han atrevido a ser o de lo que no se han atrevido a hacer para acercarse a la felicidad, es asunto suyo, pero dejen a los niños en paz por favor, ¿en verdad quieren que ellos se sientan como ustedes se sienten por dentro? Esta semana santa hagan una pausa para reflexionar, pero no por el sufrimiento y el dolor que supuestamente un tipo experimento para salvarlos (nótese que yo ya no me incluyo porque el infierno me espera con los brazos abiertos, para que se ahorren el comentario please) Sino por darles a nuestros niños la oportunidad de que ellos no vivan con los mismos miedos y frustraciones que nos inculcaron a nosotros. Ellos tienen la oportunidad de ser felices, ¿que no es lo que se supone que queremos para ellos?

La fe ciega es estúpida, si van a creer entonces crean, pero tomen lo mejor de cada creencia, por lo menos para que no se vayan a arrepentir el día de su juicio final que no tarda según esto, yo ya estoy muy cómodo esperándolo, me va a ir como en feria se supone, así que como de cualquier manera me voy a retorcer en las profundidades del averno, más vale que le siga dando vuelo a la hilacha…. Y prometo que esa misma oportunidad que tengo de ser feliz se la daré a mi hijo, que no tarda en nacer el próximo mayo, aunque nos retorzamos juntos en el infierno después, por vivir libres…
Vale la pena eso y mucho más.
Feliz Semana Santa.


El autor está licenciado en psicología con maestría en celoptología por UCLA.